Mensaje

Desde este espacio, hago causa de la acusación vertida en este blog; no sé mucho de los intelectuales de aquel país, pero me basta con conocer la honestidad de la bloguera, el proceder imperialista y los más recientes acontecimientos para copiar aquí (aunque no sería muy difícil, por analogía, inferir esto mismo).

En realidad, desde este olvidado espacio querría hacer eco de hechos cotidianamente denunciados por blogueros que hacen de sus plataformas algo más que ocasión para la exaltación del yo (este nuevo idealismo postmoderno).

Pienso mucho en esa parte de la blogósfera; cómo ellos mismos me infunden de impulsos para la acción.

Creo que varios de nosotros traemos atorado en la garganta, corazón, y no se sabe en qué otros sitios, la reciente porquería de las naciones democráticas contra Libia. Pero también pienso que esto último ya la hace nada más de detonador de un cúmulo de tensión psíquica y emocional que venimos arrastrando de años y ya no es posible contener por más tiempo. México y toda Latinoamérica son parte del cochinito, del suculento botín que a precio de sangre y mentiras se envasa este séquito de banqueros, magnates, empresarios, jefes de estado, mercaderes.

Que los latinoamericanos pertenezcamos a las naciones expoliadas y no, como funambulescamente se nos llama “del tercer mundo” o de “economías emergentes”, es razón suficiente –justo- para no permanecer en el impasse. Porque en mi país muere gente a causa de la industria del dinero, me cabrea que muera gente en cualquier parte del mundo a instancias de esa misma causa. A ver cuánto más.

Fin del mensaje.

2 comentarios:

    Me he dado cuenta, que todavía hay personas que defienden a la presente administración, de la cuál el control la tiene la misma oligarquía de hace unos muchos años.

    Intento que la gente no se mantenga pasiva, intento que la indiferencia se reduzca, pero tambien la lucha por sobrevivir te deja muy jodido... en muchas formas.

     

    La lucha por sobrevivir, fre (pagar la renta, comprar la comida, comprarte un trapo, etcétera), es la que tiene a miles postrados -y enajenados- incapacitados a la lucha más real, la lucha por la vida, la lucha por vivir (vivir que es oler flores, contemplar un ocaso, la sensación de la mar en el cuerpo, pensar, engolfarte en la lectura de un libro, gozar de una sonata, amar a los tuyos, etcétera). Y a pesar de que no hay quien nos ponga una pistola en la sien para hacer la suscripción de nuestros contratos laborales, el hecho es que los suscribimos. Yo realmente creo que en ese contrato de compra-venta lo que se va -lo que nosotros vendemos- es nuestra vida o gran parte de ella (nuestro tiempo, años incluso) y que lo que viene de regreso es esa misma vida, pero disminuida, su sombra enjuta. Tener una laptop en casa y cablecito, poder tragarte un café en la tienda verde, tener una maquinita blanca portátil para colmar tu ansiedad en tiempo real, etc. es lo que, no obstante, brinda a las personas -nos lo brinda- de cierto entretenimiento -el necesario- para continuar aquí, sin hacernos las preguntas fundamentales. No preguntas en lance contemplativo o en vocación filosófica; las preguntas más simples y, por cierto, muy pragmáticas a fin de determinar cómo sería la vida -la real- que sí queremos vivir, aquella que no viene determinada por la dinámica de este sistema; una vida marginal, pero real. Tal vez mi posición es discutible y, sin duda, radical. Hay muchas personas que declaran ser muy felices con este modo de vida; yo, las admiro a esas personas. A mí no me gustan muchas cosas aquí; aunque muchas cosas sí (poder estudiar en centros donde hay maestros que saben mucho y te enseñan, es una de ellas).

    Ayer por la tarde-noche me puse a ver una película bien chida con John Travolta (aquí también baila) y Scarlett Johansson, se llamó “A love song for Bobby Long” (no te la cuento, si no la has visto, consíguetela). El chiste es que cierra con alusión a una frase de un poeta de nombre Robert Frost; la frase me pareció tan brutal y me llegó tanto que de inmediato pensé subirla a mi Twitter (y voy a hacerlo). Dice bajo mi filtro -y digo yo:

    “Si pudiera elegir mi epitafio, elegiría el siguiente: lo mío fue una pelea de enamorados con el mundo”.

    Abrazo.

     

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