Sobre la ciudad de Eleutheria y temas afines


A veces doy más de mí, digo más cuando comento en otros blogs que en mi blog mismo. El blog me gusta, lo moldeo, esculpo, pongo aquí lo que quiero mostrar de mí; no es sólo ese lugar –no para mí- de frivolidad, de parlar sobre la novela de mi vida, mi drama actual, hacer la crónica de mis desventuras y mis proezas. Supongo que por eso –un poco- cancelé mi cuenta en Facebook; aunque prometí a mis amigos de allí, tentativamente volver. Aquí en mi blog me he sentido tan cómoda de expresarme. Me lee quien quiere, debate conmigo quien quiere –cosa que me encanta. Puede comentar quien quiera, pueda arribar quien guste y quien no guste no lo hace y listo. Es más, por eso ni siquiera he puesto contador ni lugar de procedencia; me gusta pensar que quien viene aquí lo hace en cómodo anonimato. En mi bitácora, por supuesto -cosa que hace poco aprendí a administrar, hará mes y medio- puedo ver de qué blogs me visitan, países y eso. Y, así, mi curiosidad por el conocimiento de las estadísticas de este sitio, queda bien saciada.


Ahora que he visto eso, ya he comprobado que esta ciudad no tiene tan pocos visitantes; hay algunos, incluso, bastante regulares (yo no sé cómo me aguantan). Lo del tuiteo, cosa que ya he abordado aquí no sin cierto tonillo virulento, tampoco me late –no me ha latido hasta ahora- y no sé si algún día lo haga. Ya he dicho que, bueno, me parece el culmen del narcisismo y cierta megalomanía, hacer el reporte -segundo a segundo-, de lo que a mí –a mí- me ocurre: me corté una uña, miren, tiene forma de luna o qué sé yo. No sé, no le veo el caso a eso ni, mucho –un par de excepciones y ya- a andar leyendo las minucias de las vidas de otros (y hay cosas buenas que luego personas allí escriben). En general, soy afecta a la discreción. Y prefiero, preferiría –mucho más- conocer a esas personas, poder entablar conversa con ellos frente a frente. Además, lo confieso, Facebook y Twitter me inhiben un poco el pensamiento. Bueno, de Twitter no sé porque no lo he usado, pero contaré de Facebook.

En Facebook sucede que es inevitable leer lo que otros escriben y que otros te lean. Otra cosa es, claro, aceptar amistades o -como yo- que me gustaba pucharle siempre al sí y aceptaba a medio mundo; ocurre que eso de que me lean gentes desconocidas no me paniquea; satisfacer la necesidad voyeur de otros no me hace gran ruido porque, la verdad, no creo que un voyeur se fije mucho en mí pues, si bien tengo mis claros ataques de lirismo –y gotitas de mi temperamento melancólico que derramo-, ocurre que mucho, muchísimo de mi vida ni siquiera lo comento acá. Yo digo, un sesenta por ciento fácilmente no. Entonces, ni hay mucho qué deducir, ni mucha curiosidad a saciar y, perfecto. Las cosas importantes se quedan dentro de mí. Sin embargo, casi siempre que me tocaba ponerme frente al monitor y postear mensaje allí en el Facebook –casi siempre de contenido político- me entraba un sentimiento de vergüenza, la tontería de pensar que varios lo estarían mirando. Y, entonces, perdía naturalidad. Yo, justamente lo que admiro de muchas gentes que frecuentan esas redes sociales es su inmensa capacidad para improvisar, su espontaneidad. A mí un poco la cabeza se me secaba: ¿y qué digo ahora?, ¿de qué hablo?, ¿de qué cosa de mi día? No, por favor, no me alcanzan tan pocas líneas para hacer el reporte y ponerle, luego, mis escolios. Mis más grandes indiscreciones son los poemas de la Pizarnik o de Pessoa, pero –como quiera- hay tantas lecturas a un poema que un poema dice todo y dice nada.

Un blog es, hay que aceptarlo, un lugar para mostrarse uno mismo; tus aficiones, aquello que rechazas, tus pequeños dogmas, un poco tu forma de ser, la libertad que transpiras o las cárceles en que te recluyes –exilios. Y yo, no teniendo Twitter y habiendo prescindido de mis cuentas en FB y H5 no he podido, ni puedo, ni querré dejar de escribir aquí. Donde cómodamente he dejado fluir algo de mis opiniones sobre las cosas que acontecen, donde sin reparos he expuesto mi rechazo tajante a muchas de las formas de vida actuales, mi compromiso político, mis posiciones sobre asuntos morales. Un lugar donde he podido charlar con personas que –bien lejanas a la mera necesidad humana de llenar un vacío por soledad- han expuesto aquí sus ideas, lo que hay en sus cabezas, lo que piensan, hilvanado argumentos, demostrándome que torrentes de sangre, pasión y compromiso fluye por sus cuerpos. Ni apáticos, ni indolentes. Comprometidos, enterados, instruidos, didactas, humanos.

Claro que hay una componente social en esto de abrir un blog o una cuenta de las otras. Por eso en blogs -muy parecido a como ocurre en las relaciones sociales de la vida- uno encuentra afinidades y se sigue y es seguido por entes que tienen cosas en común con uno y uno con ellos.   

También me gusta pensar que personas de otros países lo leen a uno y uno a ellos. Y me gusta pensar que, si un día migro de país, ese hecho poco afectará la frecuencia de mis posts.

Hay muchas cosas que escribo aquí para mí. Desde niña escribía cosas. Imaginerías, vaya. Me gusta también entreverar ideas más bien orgánicas –lo que se ve, seguro no se juzga- que emanan de mí. Pero a mí lo que me ha gustado más es exponer mis ideas, lo que pienso del mundo, cómo lo veo y hacer esto atendiendo –intentándolo- a un mínimo de pensamiento, de coherencia, de racionalidad. Yo espero –me gustaría- tener más tiempo los próximos meses y escribir más cosas. Y, bueno, seguro será mucho de los temas que me apasionan: política, ciencias puras, temas de moral, gnoseología, asuntos sociológicos o antropológicos y alguna que otra cosa que capte mi atención. Tampoco faltará la música.

8 comentarios:

    Es un lugar íntimo...

     

    Dos cosas por que escribí este comentario.
    La primera, por que aunque este en contra de los convencionalismos sociales no me puedo resistir a desearte un feliz año 2011, y que te la pases con salud y en compañía de tus seres queridos (un año mas que no nos vimos).
    La segunda para decirte que comparto al 100% tu opinión en las redes sociales y en el blog. Es mas que hay tantas veces que he querido decirlo a mis conocidos y simplemente no encontraba la forma de hacerlo (ahora en adelante los referiré a tu post). De nuevo escribiste algo que yo quería decir y que mi falta de habilidad para expresarme me lo impedía.
    Saludos

     

    Hola Toño, ¿sabes? está bien lo de la convención por lo del nuevo año (a mí esta fecha siempre me ha encantado e, incluso, pensaba dedicar un post al asunto: claudiqué porque me he entretenido haciendo otras cosas). Entonces, bueno, yo quiero aprovechar también este canal para desearte la cosa típica -aunque te lo deseo profundo- de un gran año para ti: lo mejor para ti y los tuyos para el 2011 que -supongo- incluye que inicias ya el doctorado (ya nos contaremos).

    Te envío un fuerte abrazo y que te la pases súper.

     
    On 31 de diciembre de 2010, 17:53 Jen Sainz dijo...

    Ciertamente el blog es un espacio de reflexión textualmente hablando, donde nos reflejamos o nos proyectamos y por eso me agrada. Ya tenía bastantes libretas llenas de escritos varios que acomodé en una gran caja por no querer deshacerme de todo eso que alguna vez pensé, sentí o imaginé y que expresé de puño y letra durante varios años.
    Me agrada poder sentir el deseo de escribir y tener la facilidad de sentarme frente al monitor y hacerlo. La diferencia creo es que de todo lo que he escrito en mi blog, nada temo perder. Si hay un apocalipsis inmediato y pierdo todo lo que he expresado en el blog hasta el momento no pasa absolutamente nada. No, no es que haga respaldos de lo que escribo jajajajj. Más bien es precisamente porque me reflejo cada vez que escribo algo o que vuelvo a leer algo que escribí con anterioridad y me reafirmo a mí misma en todos mis textos y recuerdo mi esencia y lo verdaderamente importante o grato para mí, que antes por la rutina olvidaba frecuentemente.
    Pero de todo aquello que escribí de puño y letra jamás me desharía porque ese material lo produje durante mi crecimiento, en plena búsqueda de identidad y en tiempos de cambios, aprendizaje y adaptación constante. Es material que realmente atesoro y del cual aquí sólo expreso algunos ecos, por eso me siento tan cómoda al escribir aquí, en un blog y porque para la gente que quiero que está tan lejos de mí siento que es como entablar una charla alivianda y con calidez a ratitos.
    Respecto a FB, el Hi o el tweeter pues no puedo opinar porque no cuento con ellos, aunque supongo que es en parte por falta de tiempo, porque soy muy práctica y no tengo tiempo de leer cosas burdas y pueriles de la vida ajena, aunque supongo que es entretenido y entre familia y amigos puede resultar un medio de comunicación útil....nooooo, la verdad tampoco creo eso jajajajja, en mi caso prefiero llamar directamente a la persona a su tel o a su cel, pero creo que es por practicidad jejeje. La verdad de tanto acostumbrarme al papel y a la tinta, tener ahora un blog ha sido un gran cambio, un cambio (en este caso de verdad) muy entretenido. Besitos ciao, ciao.

     

    ¿Sabes Jen? Yo sé eso (de las personas ocupadas y viviendo lejos); aunque, ¿sabes? aquí entre nos, prefiero el correo-e para esos fines (¿o será que soy necia?). No sé, cuestiones de temperamento.

    Y me da mucha alegría que ya tengas tu blog y leerte tan seguido. Me acuerdo de cuando en "Miras" leíamos algunas de las historias de tus libretas; uff, me acuerdo de mil cosas en realidad.

    Te abrazo pequeña.

     

    Lo olvidaba Jen, lo que quiero decir es que las redes sociales están hechas para socializar y la paradoja radica en que a veces, justamente, logra el efecto contrario. Quitando el caso de los ocupados y los que, amándose, viven en las antípodas, la red social puede llevarte a la actitud cómoda consistente en chatear con el amigo por el FB, por ejemplo, en lugar de irle a ver a su casa o qué sé yo o de echarle un phonazo. Y aunque mi hit no han sido las relaciones sociales y esas cosas, prefiero -sin duda- a la gente viva, de carne y hueso -tocarla, parparle, mirarle los ojos, verle la sonrisa- que la relación virtual (yo dudo que alguien no prefiera también esto; la cosa es -repito- que, a veces, quizá sin querer, la red social te permite prescindir de ese contacto -el vivo- porque, bien que mal, cuentas con el virtual). Pero bueno, quién sabe, igual y un día nos sacamos nuestro Twitter y andemos allí parloteando (ironizo).

    Saludos...

     

    Mi muy estimada amiga Eleutheria

    Antes que todo te deseo -sin caer en lo trillado- éste sea un mejor año para toda tu familia, para ti y por supuesto para todos quienes nos aventuramos a vivir en éste lugar qué algunos dicen es una républica.

    Creo qué -acertadamente- como desvelas, el mediático "boom" de las pseudo "redes sociales", se dió y propagó como un virus por el sistema inmunológico, afectando más de lo que ayuda, si bien hay -y créeme que existen- defensores de éste tipo de comportamientos, lo realmente cierto es qué no existe mejor interacción que la personal, no es por menos verídico qué debido a éstos "boom" la capacidad de comunicar y entender es cada vez menor en la infancia y juventud actuales, sin embargo cada vez más -por desgracia- el vox populi se ve inmerso en éstos "modelos del siglo XXI".

    Doy gracias por los blog, pues como acotas, son nuestros diarios en línea, abiertos para quién desee ó no interactuar con ellos, y - he de ser sincero- además son un paliativo para el escritor que llevo dentro.

    Un placer leer y saber cada día más sobre ti.

    Saludos
    Adrian

     

    En el fondo, Adrián, nos parecemos bastante a los afectos a la red social: nos mueve un anhelo de decir, de mostrar, de darnos. Claro que, como somos abogados de nuestras propias abstracciones, nosotros pensaremos que nuestro decir, nuestro mostrar posee mayor relevancia, valor, utilidad -qué sé yo- que lo que pueda decirse en una red social. Yo creo que en 40 palabras -como hacen los tuiteros- pueden decirse cosas tan sustanciales (como la belleza de los aforismos: pequeñas cápsulas de pensamiento lúcido o silogismos impresionantes) como las dichas en párrafos y párrafos dentro de un blog. Y a pesar de ser yo muy solemne, entiendo que pueda haber -como los hay en este país- cientos de humanos nada afectos a la solemnidad sino, más bien, amantes de la intrascendencia. El punto es que a nosotros la intrascendencia ya no nos embelesa ni nos da. Tal vez nos conmueva, pero eso porque somos tiernos, tiernos. Mi principal diatriba contra la red social es que estrecha vínculos de tipo virtual entre las personas en detrimento -a veces- de los encuentros humanos. Y cuando hablo de la intrascendencia, no va ningún juicio de valor contra la intrascendencia misma, sólo contra la indiferencia, el desentendimiento de algunos de sus usuarios para con el entorno; pero, no sé, a veces parecen tan felices en esa narcótica ignorancia...

    Mucho qué disertar sobre el punto.

    Adrián, te envío un gran abrazo de inicio de año, muy fuerte.

     

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