A profundidad (José Saramago)

José Saramago no sólo será recordado por ser un hombre de letras de esos universales (¿cómo olvidar los estremecimientos que nos causó la lectura de una cualquiera de sus obras?), sino también por sus infinitos humanismo y empatía para con el dolor de sus semejantes. Yo le prodigué, durante los últimos años, una devoción doble ante tan magnífica coincidencia.


José Saramago fue uno de esos intelectuales que no tuvo miramientos para denunciar la barbarie de un modelo económico que no cesa en infligir sufrimiento a ingentes miembros de la raza humana; fue, también, un hombre siempre dispuesto a la Filosofía, uno de esos escritores capaces de sentarse frente a una mesa a dialogar con sus interlocutores, por horas, sobre la condición del hombre. En mi opinión, su universalidad radica en que era un filósofo nato y ello, unido a su genialidad literaria, hicieron de él este prócer de las letras que hoy es. Me faltan palabras para hacer el elogio de la obra y el ser de este titán.


Yo sí creo, a diferencia de Carlos Fuentes -opinión, a propósito de Saramago, publicada con fecha de hoy en “El País”- que del escritor también nos queda la ideología y no sólo las letras (¿o cómo negar que nuestros escritores predilectos influyen en nuestro pensamiento?). Antes de ser escritores, carpinteros, maestros, matemáticos o contadores somos humanos; y nuestra humanidad se manifiesta no sólo en nuestro oficio, sino en nuestros gustos y aficiones, en nuestra forma de pensar el mundo y concebirlo, en toda aquel gesto que revela nuestra humanidad. Y éso por no decir que el escritor, además de ser hacedor de ficciones, es también un observador de la realidad, un observador que, a partir de lo que ve y no ve en ésta, crea sus quimeras y nos las regala o elabora sus críticas y nos las transmite.


He entrado al blog de Saramago y he colectado algunos –unos pocos- de sus pensamientos; la selección que hice muestra al Saramago crítico de su tiempo; ser que –sin miramientos- señala parte de nuestra realidad (por desagradable que sea para algunos contemplarla); se trata, por cierto, de las entradas más recientes en su blog.


Habrá a quienes no agrade del todo esta vocación crítica en Saramago; yo creo que los verdaderos intelectuales van mucho más allá de ser simples sibaritas regodeándose en su infinito hedonismo –es el caso de unos cuantos intelectuales, no de todos, desde luego. Intelectuales contemporáneos de esta talla los encuentro en José Saramago, Mario Benedetti (q.e.p.d.), Susan Sontag (q.e.p.d.), Eduardo Galeano, Bolívar Echeverría (q.e.p.d.) etc., y, en general, en aquellos que no sólo han cultivado el gusto por las letras, sino por el pensamiento. Yo estoy convencida de que mirar a nuestro entorno con ojos críticos no nos imposibilita al goce; y, en cambio, nos abre la posibilidad de observar a nuestro mundo con una visión más completa, no mutilada.


En Saramago confluyeron el genio y el humanista. Intelectuales tan honestos como él no se dan todos los días. Afortunadamente, la lectura de los libros que escribió nos permitirá seguir ahondando en su pensamiento e imaginar los libros que ya no escribirá (mi querida Jen). Así, esta clase de tristezas cesan un poco.



Selección de textos de José Saramago:



Pensar, pensar


Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.

Revista del Expresso, Portugal (entrevista), 11 de octubre de 2008



Cada vez más solos


Creo que todos nosotros debemos repensar lo que estamos haciendo. Bien está que nos divirtamos, que vayamos a la playa, a la fiesta, al fútbol, que esta vida son dos días, y quién venga detrás que cierre la puerta. Pero si no nos decidimos a mirar el mundo gravemente, con ojos severos y evaluadores, lo más seguro es que nos quede un día solo por vivir, lo más cierto es que dejaremos la puerta abierta a un vacío infinito de muerte, oscuridad y fracaso.

“Cada vez más solos”, de De este mundo y del otro, Editorial Ronsel, 1997, p. 186

(Selección de Diego Mesa)



Responsabilidad


Las miserias del mundo están ahí, y sólo hay dos modos de reaccionar ante ellas: o entender que uno no tiene la culpa y por tanto encogerse de hombros y decir que no está en sus manos remediarlo —y ésto es cierto—, o bien asumir que, aun cuando no está en nuestras manos resolverlo, hay que comportarnos como si así lo fuera.

La Jornada, México, 3 de diciembre de 1998



La hora de los valores humanos


El fracaso del capitalismo financiero, hoy tan obvio, debería ayudarnos a la defensa de la dignidad humana por encima de todo.

La Vanguardia, Barcelona, 10 de diciembre de 2008



Ciudadanos, que no clientes


Nosotros estamos asistiendo a lo que llamaría la muerte del ciudadano y, en su lugar, lo que tenemos y, cada vez más, es el cliente. Ahora ya nadie te pregunta qué es lo que piensas, ahora te preguntan qué marca de coche, de traje, de corbata tienes, cuánto ganas…

El Mundo, Madrid, 6 de diciembre de 1998



Babel


Todos los diccionarios juntos no contienen ni la mitad de los términos que necesitaríamos para entendernos unos a otros.

De El hombre duplicado, Alfaguara, p. 159



Humanidad


Tienen razón los escépticos cuando afirman que la historia de la humanidad es una interminable sucesión de ocasiones perdidas. Afortunadamente, gracias a la inagotable generosidad, imaginación, vamos supliendo las faltas, rellenando las lagunas de la mejor manera posible, abriendo paso a callejones sin salida y que sin salida continuarán, inventando llaves para abrir puertas huérfanas de cerraduras o que nunca llegaron a tenerlas.

De El viaje del elefante, Alfaguara, p. 233

(Selección de Diego Mesa)



Selección tomada de: http://cuaderno.josesaramago.org/



3 comentarios:

    Me ha gustado mucho tu selección de ideas, y particularmente las dos primeras.

    Tan elegante que no tengo nada que añadir, salvo un saludo desde el otro lado del océano atlántico.

     

    Vaya, un saludo que me honra mucho viniendo de alguien cuyos textos, cuyo blog leo embelesada.

    Saludos, entonces, desde este lado del Atlántico.
    Gracias.

     

    «Embelesada» es una palabra preciosa.
    Gracias por tu amabilidad; nos leeremos :)

     

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