"La Invención del pueblo judío". Un artículo


[** Todos los días se aprende algo: Uno puede oprimir la tecla F11 para leer sin cansarse y volver a oprimirla para regresar a la pantalla normal.]



Hace algún tiempo –hará mes, mes y medio- acudí a la venta de libros convocada por Paco Ignacio Taibo II allá por Río Churubusco. No sé si lo platiqué aquí, pero pude comprar varios, muy buenos y económicos libros. Paola mi hermana, hizo otro tanto. Casi al final del recorrido, llegamos al stand de la Revista “MEMORIA” que, hasta ese entonces desconocíamos. Y nos quedamos embelesadas viendo que se trataba de una excepcional revista sobre cuestiones políticas y culturales. Paola decidió comprarse algunas (yo también quería, pero mis fondos destinados para el evento ya me los había chutado todos comprándome otros libros). Era tal la oferta de números que, antes de decidir, Paola solicitó mi opinión. Yo le dije: “sin chistar yo me compraría este número y este otro”, “si yo fuera Paola, lo haría”. Y Paola me obedeció e hizo la compra (por supuesto, Paola sólo es obediente cuando está de acuerdo con lo que se le ordena: un modo de hablar, vaya). Una de las revistas elegidas, el número 237 contiene un artículo interesantísimo intitulado “La invención del pueblo judío” a propósito de un libro publicado por Shlomo Sand.


En cuanto lo leí, pensé vagamente en publicarlo aquí, mas de inmediato pensé: “No, mejor no. Van a empezar a tildarme de antisemita y todos aquellos sofismas enfermizos”, así que claudiqué ante la intención.


Pero el día de hoy, justo a raíz de una pequeña polémica que se armó allá en el blog de Ernesto, “Año 10 de la Oscuridad”, me animo a hacerlo. Digamos que es un aporte cultural, más que una toma de posición.


Como no pretendo la imposición de verdades y -en cambio- sí que las busco, después de dicho artículo, coloco el link a un blog de un judío que esgrime ciertos argumentos para explicar por qué no le parece un buen libro (¿acaso no es lindo ser equilibrados?).






EL PUEBLO JUDÍO FUE UNA INVENCIÓN


Entrevista con Sholmo Sand sobre su libro ¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?

Jonathan Cook


Nadie está más sorprendido que el propio Shlomo Sand de que su último libro de investigación académica lleve ya diecinueve semanas en la lista de bestsellers de Israel. El éxito ha tocado a la puerta de este profesor de historia a pesar de que su libro pone el dedo en la llaga del tabú más importante en Israel.


Sand afirma que la idea de una nación judía –cuya necesidad de un lugar seguro en donde vivir se utilizó originalmente con el fin de justificar la fundación del Estado de Israel– es un mito inventado hace poco más de un siglo.


Este historiador, catedrático de Historia Europea en la Universidad de Tel Aviv, llevó a cabo una amplia investigación histórica y arqueológica en apoyo no sólo de este alegato, sino de otras tesis igual de controvertidas.


Además, asegura que los judíos no fueron nunca expulsados de la Tierra Santa, que la mayoría de los judíos actuales carecen de cualquier conexión histórica con el territorio denominado Israel y que la única solución política para el conflicto que enfrenta al país con los palestinos es la abolición del Estado judío.


Es bastante probable que el éxito de When and How Was the Jewish People Invented? (¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?) se repita en todo el mundo. La edición francesa, publicada el mes pasado, se está vendiendo con tal rapidez que ya han aparecido tres reimpresiones.[1]


El libro está siendo traducido a una docena de lenguas, incluidas el árabe y el inglés. Sin embargo su autor predice una fuerte oposición del lobby proisraelí cuando el libro salga a la luz el año próximo en EU, publicado por Verso.


Por el contrario, dice Sand, aunque los israelíes no lo han defendido, sí que han mostrado curiosidad por su argumentación. Tom Segev, que es uno de los periodistas más importantes del país, ha calificado el libro de “fascinante” y de “auténtico desafío”.


Lo sorprendente, añade Sand, es que la mayoría de sus colegas universitarios israelíes ha evitado hacer el menor comentario. La única excepción ha sido la de Israel Bartal, profesor de Historia Judía en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Bartal, en un artículo publicado en el periódico Haartez, no hizo esfuerzo alguno por rebatir las afirmaciones de Sand, sino que dedicó buena parte de su exposición a defender a sus colegas, sugiriendo que los historiadores israelíes no son tan ignorantes sobre la naturaleza inventada de la historia judía como pretende Sand.


La idea de escribir este libro se le ocurrió hace muchos años, continúa Sand, pero tuvo que esperar hasta hace poco para empezar a escribirlo. “No puedo vanagloriarme de haber sido valiente al publicar el libro”, dice, “porque he esperado hasta que tuve la plaza de catedrático en propiedad. En la universidad israelí, hay un precio a pagar cuando se expresan opiniones como éstas”.


El principal argumento de Sand es que, hasta hace poco más de un siglo, los judíos se consideraban judíos sólo porque compartían una religión común. A principios del siglo XX, dice, los judíos sionistas pusieron esta idea en entredicho y empezaron a crear una historia nacional en la que se inventaron que los judíos existían como pueblo separado de su religión.


De manera similar, la moderna idea sionista de que los judíos estaban obligados a regresar desde el exilio a la Tierra Prometida era algo totalmente ajeno al judaísmo, añade. “El sionismo cambió la idea de Jerusalén. Antes, los lugares sagrados estaban considerados como lugares para añorar, de ninguna manera para vivir en ellos. Durante 2000 años, los judíos permanecieron lejos de Jerusalén no porque no pudieran regresar, sino porque su religión les prohibía hacerlo hasta la llegada del mesías”.


La mayor sorpresa que tuvo durante su investigación fue cuando empezó a buscar pruebas arqueológicas de los tiempos bíblicos. “No me educaron en el sionismo, pero al igual que los demás israelíes yo daba por descontado que los judíos eran un pueblo que había vivido en Judea y que fue expulsado al exilio por los romanos el año 70 d. C. “Una vez que empecé a buscar pruebas, descubrí que los reinos de David y Salomón eran puras leyendas. Lo mismo pasó con el exilio. De hecho, la judeidad no puede explicarse sin el exilio, pero, cuando empecé a buscar libros de historia que me describiesen los pormenores de dicho exilio, no pude encontrar ninguno. Ni uno solo. La razón es que los romanos no exiliaron a nadie. De hecho, los judíos en Palestina eran mayoritariamente campesinos y todos los indicios sugieren que se quedaron en sus tierras”.


Por el contrario, Sand cree que una teoría alternativa es mucho más plausible: el exilio fue un mito promovido por los primeros cristianos para atraer judíos a la nueva fe. “Los cristianos querían que las generaciones posteriores de judíos creyeran que sus antepasados habían sido exiliados como un castigo de Dios”.


Entonces, si no hubo exilio, ¿cómo es que tantos judíos terminaron dispersos por el mundo antes de que el moderno Estado de Israel empezase a animarlos a “regresar”? Sand dice que, en los siglos que precedieron y siguieron a la era cristiana, el judaísmo fue una religión proselitista, que buscaba desesperadamente conversos. “La literatura romana de la época menciona este hecho”.


Los judíos viajaban a otras regiones a la búsqueda de conversos, particularmente en Yemen y entre las tribus bereberes del norte de África. Siglos después, el pueblo del reino de Kazar, situado en lo que hoy es el sur de Rusia, se convirtió de forma masiva al judaísmo y esa fue la génesis de los judíos asquenazíes de la Europa central y oriental.


Sand pone de manifiesto el extraño estado de rechazo en que vive inmersa la mayoría de los israelíes, a pesar de que los periódicos han dedicado muchas páginas en fechas recientes al descubrimiento de la capital del reino de Kazar en las cercanías del Mar Caspio.


Ynet, el sitio web del periódico israelí más popular, Yedioth Ahronoth, publicó la historia con grandes titulares: “Arqueólogos rusos descubren la capital judía desaparecida desde tiempos inmemoriales”. Sin embargo, a ninguno de los periódicos, añade, se le ocurrió que este hallazgo pudiera contradecir el discurso oficial de la historia judía. La argumentación de Sand pide a gritos una pregunta adicional, como él mismo señala: si la mayoría de los judíos nunca se movió de la Tierra Santa, ¿qué fue de ellos?


“En las escuelas israelíes no se enseña, desde luego, pero la mayoría de los líderes sionistas iniciales, incluido David Ben Gurion (el primer ministro israelí), creían que los palestinos eran los descendientes de los judíos originales de la región. Creían que los judíos se habían convertido más tarde al Islam”.


Sand atribuye la reticencia de sus colegas a unirse a él a que muchos de ellos reconocen implícitamente que todo el edificio de la “Historia Judía” que se enseña en las universidades israelíes es tan inestable como un castillo de naipes.


El problema de enseñar historia en Israel, añade, se inició con una decisión de 1930, mediante la cual se separaba la historia en dos disciplinas: Historia General e Historia Judía. Se asumió que la historia judía necesitaba su propio campo de estudio porque la experiencia judía estaba considerada como algo único.


“No existen departamentos judíos de política o de sociología en las universidades. Sólo la historia se enseña de esta manera, lo cual ha permitido que los especialistas en Historia Judía vivan en un mundo muy insular y conservador, ajeno a los modernos desarrollos de investigación histórica.


“En Israel, se me ha criticado que escriba sobre la Historia Judía cuando mi especialidad es la Historia Europea. Pero un libro como éste necesitaba a un historiador que sea familiar con los métodos habituales de investigación histórica que se utilizan en las universidades del resto del mundo”.


El autor es escritor y periodista inglés, residente de Nazaret (Israel). Es autor del libro Sangre y Religión: desenmascarando el Estado judío y democrático, publicado por Pluto Press y disponible, en EU, en la edición de la University Michigan Press. Fuente: The Nation.



[1] El libro es también mencionado por Eric Hobsbawm en la entrevista publicada aquí, pág. 37, en una breve pincelada sobre su identidad judía. N. de la E.





Ahora el link al blog mencionado: LINK.


3 comentarios:

    Suena interesantísmo el libro. De verdad que el Estado de Israel no tiene razón de ser.

     

    Sí Ego, yo también quiero conseguirlo. Hay que buscarlo.

    Saludos...

     

    Isaac Asimov escribiò La Tierra de Canaan en el que tambièn asegura que hubo una època en la que el judaismo hizo proselitismo, pero la competencia por nuevos adeptos la ganò la secta judia de los cristianos pues no pedìa la circunsiciòn para ser iniciado.
    En fin siempre hay que re-comprobar las verdades

     

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