Gerardo Fernández Noroña

Gerardo Fernández Noroña no se supedita al protocolo parlamentario, Gerardo Fernández Noroña prescinde de la verborrea política para exponer sus argumentos (presa de la indignación), Gerardo Fernández Noroña no goza en los espacios televisivos de buena reputación. Pero también es cierto que Gerardo Fernández Noroña no votó a favor de la oligofrénica propuesta fiscal que -en cambio- PRI y PAN sí votaron, también es cierto que Fernández Noroña anda en la calle a pie sin necesidad de un séquito de guaruras cuidándole, es cierto también que Fernández Noroña no fue quien decretó la extinción de "Luz y Fuerza del Centro" y tampoco fue quien le negó la toma de nota a Martín Esparza siguiéndole el juego a Felipe Calderón y desencadenando con ello la crisis que hoy viven los electricistas. Si hay una reunión de la resistencia en el Hemiciclo a Juarez o si hay que marchar en las calles, lo hace entre la gente y es muy común verlo abordar un colectivo; quien escribe y varios familiares cercanos nos hemos topado con Fernández Noroña, más de una vez, en el transporte colectivo (esto no tendría por qué causar estupor o ser digno de mención, los legisladores son tan sólo nuestros representantes y si nuestra vida política fuese ejemplar no tendría por qué extrañarnos que “nuestros representantes” se mezclen con el pueblo; que anduviesen en colectivo o sin guaruras en sus autos tendría que ser la regla y no la excepción. Sabemos, sin embargo, que esto no es así, sabemos que la mayoría de nuestros políticos –salvo unos pocos hombres honrados- gozan de variedad de privilegios y prebendas). Fernández Noroña no es, pues, un político convencional, Fernández Noroña es un ciudadano que se muestra -y lo hace sin ambages- francamente harto de lo que está ocurriendo; Fernández Noroña es un ciudadano que 1) Conoce su Historia, 2) Posee una inequívoca conciencia cívica. También es claro que Fernández Noroña no es un tecnócrata y que no sabe, en consecuencia, ceñirse al formulismo diplomático y político con el que los políticos más taimados saben encaramarse en posiciones estratégicas o tomar decisiones nefandas para la población. Si Fernández Noroña pudiera -como Javier Lozano, por ejemplo- conservar ese carácter flemático e impasible frente a una andanada de verdades, no sería, entonces, Fernández Noroña. Cuando pienso en la política y sus miembros, observo cómo, los que logran los mejores puestos, los que salen en televisión como si fueran grandes demócratas son los que, al mismo tiempo, implementan las más nocivas políticas para la población, pero ¿qué importa eso?, ¿qué importa si saben vestirse con sus impecables trajes grises, esbozar sonrisas francas y limpias y hablarnos con el dulce y encantador lenguaje de un hombre educado?


Surge la pregunta, ¿es inteligente lo que hizo Fernández Noroña? No, es humano ¿Se le puede acusar de haber roto la posibilidad de un diálogo con Javier Lozano? No, Javier Lozano no estaba allí para dialogar o rendir cuentas (ya lo hemos visto con Kessel o Casrstens; en lo personal, no sé para qué lo llamaron, está tan corrompido nuestro sistema político que nuestras instituciones no sirven sino para legitimar cualquier tipo de ilegalidad y el Congreso no es la excepción), estaba allí para transmitir su visión univocista y unilateral de los hechos (me siento mal por decir esto, pero es el modus operandi con el que han venido trabajando el gabinete usurpador y el propio Calderón; durante los debates de la mal llamada “Reforma energética” pude constatarlo). Si a Javier Lozano realmente le interesase transigir en el tema de los electricistas o rendir cuentas o mostrar la transparencia con la que ha manejado el asunto, entonces –sencillamente- no se hubiese retirado de allí ¿Que Fernández Noroña le hizo el trabajo sucio? No me lo parece. Me queda clara una cosa: los tecnócratas que hoy usurpan el gobierno son capaces de dialogar muy civilizadamente por una sencilla razón: son ellos, con todo el respaldo económico del empresariado y la banca, los que –al final- deciden.


No me parece que sea en el Congreso en donde se pueda librar esta batalla; también estoy segura de que la Suprema Corte avalará el inconstitucional decreto de Calderón. Cada vez estoy más convencida de una cosa: lo única forma de echar atrás la medida es con un Paro Nacional de Labores, pero ¿por qué me engaño? esto es una utopía, nuestra sociedad está lo suficientemente dividida como para poder llevar a cabo tal hazaña.


Por cierto, si bien la actitud de Fernández Noroña puede ser la actitud de un hombre apasionado, es también la actitud de un hombre honesto y sincero. En ese sentido, celebro y admiro su actitud en el Congreso.



1 comentarios:

    Si sòlo se trata de hacer pasar un mal rato a un Secretario y perder màs votos en cada elecciòn, de acuerdo...

     

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