Divagar



ARTISTA: Madeleine Peyroux

CANCIÓN: Between the Bars

CD: Careless Love


Divaga por una calle estrecha alumbrada por una mortecina ráfaga de luz en medio de una noche que está por comenzar. Su rumbo es aleatorio. Lo mismo le da seguir en línea recta y hallarse con su punto de fuga varios kilómetros después, que dar la vuelta en esta o en aquella esquina. Nada está predeterminado, nada lo ha estado nunca. Siempre dispuesta a asumir los riesgos, a forzar la ruptura en el tiempo, a hallar cauce a sus más básicas aspiraciones y nada pareciera confortarle a pesar de todo. Su búsqueda no parece culminar; la noche, el aullar de los perros en la madrugada, las gotas del viento rozando sus piernas, calles abarrotadas y otras vacías, el humo de algún cigarrillo encendido frente a sus narices (ese olor catártico) y todo para, al final, contemplar el morir de la madrugada. No es el amanecer, sino el cese de la vida nocturna lo que la alienta a ser espectador fiel del comienzo del día; no es el trinar de las aves inaugurando una nueva procesión, sino el imaginarse pronta a llegar a la cama: cortinas cerradas, silencio –súbito silencio- y toda una vida que está por comenzar allá afuera, mientras ella comienza su inmersión al mundo de los sueños; allí, en donde decía Breton, lo real y lo imaginario se confunden. Allí, en donde realmente comienza a vivir.


Lo demás, sea sólo accesorio. Cuestión quizá de gusto o de enfática afectación.


La noche y sus excesos, sus infaltables cómplices (nunca escasos) y la posibilidad de ese ambiente narcótico…


¿Qué hay después? Pregunta no admitida –se contesta a sí misma- y se apresura a sacar las llaves del bolso, caminar de puntitas mientras se dirige a su aposento, despojarse de su espectacular atuendo, poner el pasador tras la puerta, meterse a la cama y comenzar el día.

3 comentarios:

    Siempre es delicioso leerte y adherezado con ese fondo, lo únco que lamento, es que el cuento haya sido tan corto, aunque es claro lo que hubo antes y lo que habrá después....

     

    Hola Ciudadano X, gracias por el comentario.

    Por cierto, lo que suceda antes o después, depende sólo de nuestra imaginación...

     

    Amiga Eleutheria

    Un verdadero divague, sin duda nos transportas a un espacio sin tiempo ni lugar, a un espacio lleno de posibilidades, a un espacio donde puedo descansar mi mente.

    El Don Juan del conocimiento: ningún filósofo ni poeta lo ha descubierto todavía. Es un hombre que no siente amor por las cosas que conoce, pero que tiene ingenio, ganas y gusto por la caza e intrigas del conocimiento -¡hasta subir a las más altas y lejanas estrellas de éste! -, hasta que por fin ya no queda nada que cazar. Excepto lo absolutamente doloroso del conocimiento, como le ocurre al bebedor, que a la postre bebe ajenjo y aguardiente. Así que al final el Don Juan del conocimiento se encapricha del infierno - es el último conocimiento que lo seduce. ¡Es posible que también el infierno lo decepcione, como toda cosa conocida! ¡Y entonces tendría que permanecer inmóvil por toda la eternidad, sólidamente clavado a la decepción, convertido él mismo en convidado de piedra, y con grandes ganas de una cena del conocimiento, que nunca le sirve! Pues este entero mundo de las cosas no tiene ya ningún bocado que ofrecer a ese hambriento.

    Friedrich Nietzsche

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    No digas que tienes miedo de confiar en tu mente porque sabes tan poco. ¿Estás más seguro abdicando ante los místicos y descartando lo poco que sabes? Vive y actúa dentro de los límites de tu conocimiento, y continúa expandiéndolo hasta el fin de tus días. Redime tu mente de la casa de empeños de la autoridad. Acepta la verdad de que no eres omnisciente, pero que convertirte en un zombi no te dará omnisciencia- que tu mente es falible, pero abandonarla no te dará infalibilidad- que un error al que hayas llegado tú mismo es más seguro que diez verdades aceptadas por la fe, porque el primero te deja con los medios para corregirlo, pero las segundas destruyen tu capacidad para distinguir la verdad del error.

    Ayn Rand

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    Lo que caracteriza al hombre de ciencia no es la posesión del conocimiento o de verdades irrefutables, sino la búsqueda desinteresada e incesante de la verdad.

    Karl Popper

    Un abrazo grande
    Tu amigo
    Adrian
    Piensa y Lee
    http://piensalee.wordpress.com/

     

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